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La historia de Angélica Granadillo: Superación, fuerza y corazón naranja
Soraya Munar | 21 octubre 2024 | Tiempo de lectura: 10 minutos
La vida a veces nos enfrenta a desafíos inesperados, pero son nuestras decisiones las que definen cómo seguimos adelante.
Esta es la historia de Angélica Granadillo, una mujer que, a pesar de un accidente que cambió su vida para siempre, encontró en el fisiculturismo y el deporte la fuerza para superar sus propios límites. Su historia no es solo de resistencia física, sino también de valentía emocional, y hoy inspira a todos aquellos que, como ella, buscan romper barreras y vivir sin miedo.
Hace 19 años, la vida de Angélica cambió drásticamente. Un accidente automovilístico la dejó en silla de ruedas después de una fractura en la columna vertebral. Para una joven deportista, acostumbrada al patinaje artístico y a entrenar diariamente, esta nueva realidad fue devastadora. “El miedo a salir nuevamente al mundo exterior” la invadió, y lo que alguna vez fue su vida activa y libre se vio limitada por la falta de movilidad.
Sin embargo, Angélica decidió no dejar que ese miedo la definiera. Encontró en el gimnasio una vía para sanar, no solo físicamente, sino también emocionalmente. “El gimnasio me ha ayudado enormemente, no solamente en el tema de mi rehabilitación física, sino en todo aspecto”. Para Angélica, Bodytech se convirtió en su refugio y su trampolín hacia una nueva etapa de vida, llena de retos, metas y logros.
Angélica nos comparte con entusiasmo cómo se sumergió en el mundo del culturismo, un deporte que siempre admiró. A pesar de sentirse como “entrar a un mundo de gigantes”, no dudó en aceptar el reto y exigirse más allá de lo que creía posible. Para ella, el culturismo no es solo un esfuerzo físico, sino una prueba de fuerza mental. El sacrificio, la disciplina y el enfoque en la dieta y el entrenamiento diario se convirtieron en su motor para demostrar que no hay límites cuando la voluntad es inquebrantable.
Hoy, Angélica es la única atleta femenina en silla de ruedas en toda Latinoamérica que compite en fisiculturismo. Este hecho, lejos de desmotivarla, la llena de orgullo y satisfacción, ya que está abriendo el camino para otras mujeres que, como ella, enfrentan desafíos físicos. Su presencia en las competencias, donde ya ha ganado tres títulos como campeona overall, es un testimonio de su dedicación y una señal de que el futuro es prometedor para quienes siguen sus pasos.
Pero la historia de Angélica va más allá de los títulos y las medallas. Es una historia de comunidad y apoyo incondicional. En su gimnasio, la sede Bodytech Cedritos, es conocida como la “consentida”, no solo por su espíritu luchador, sino por el cariño y la cercanía que tiene con todos los colaboradores. “Son mi segunda familia. Siempre me han apoyado desde el día que llegué y los llevo en mi corazón. Soy corazón naranja ciento por ciento”, comenta con una sonrisa en el rostro.
Mira más sobre el entrenamiento de Angélica aquí
Angélica no solo ha superado barreras físicas; ha vencido el miedo, ha reconstruido su vida y se ha convertido en un símbolo de superación para todos aquellos que creen que los obstáculos son insuperables. A todos aquellos que se sienten paralizados por el miedo o la duda, les dice: “El día es hoy. No esperen al lunes para comenzar, pueden empezar hoy mismo a cuidar su cuerpo, a crear hábitos saludables, a entrenar. El ejercicio cambia tu físico, te transforma mentalmente, te da una nueva perspectiva de la vida”.
Su mensaje es claro: no hay excusas. Si Angélica, desde una silla de ruedas, ha podido alcanzar sus metas, cualquier persona puede encontrar en el ejercicio la fuerza para superar sus propios obstáculos. Su historia es una inspiración para todos, un recordatorio de que, con determinación y valentía, podemos enfrentar cualquier reto que la vida nos presente.
Angélica Granadillo es una prueba viviente de que el verdadero límite no está en el cuerpo, sino en la mente, y que siempre podemos dar más de lo que creemos. Como ella misma lo dice, “siempre puedo hacerlo y siempre puedo dar un poco más de mí”. Hoy, su vida es un ejemplo de cómo el deporte transforma no solo el cuerpo, sino también el alma.
¡Gracias, Angélica, por mostrarnos que la superación no tiene límites!