Entrenamiento
María Camila Osorio, mentalidad ganadora
POR: REDACCIÓN FIT | 13 ENE. 2020 | Tiempo: 8min
María Camila Osorio, campeona juvenil del US Open 2019, habló con FIT sobre su salto a la categoría profesional del tenis femenino. Su debut será en el Abierto de Australia, que comienza el 14 de enero.
María Camila Osorio —cucuteña, 18 años recién cumplidos— estaba en casa cenando con su familia la noche previa a su partida a Estados Unidos, donde iba a participar en el US Open, uno de los cuatro torneos más importantes del tenis mundial (Grand Slam). Aunque en principio no iba a participar, para dedicarse a preparar su entrada a la categoría profesional del tenis femenino, se le presentó una oportunidad de último minuto y no se pudo resistir. El espíritu competitivo no la dejó. Nunca la ha dejado.
De repente su papá, Juan Carlos, se levantó como quien tiene algo importante que decir.
—¿Dices que vas a ganar el US Open? —Le preguntó.
—Sí —contestó.
Entonces Juan Carlos tomó un trofeo, uno ganado por María Camila hace tiempo, y se lo entregó. Entre toda la familia dramatizaron la ceremonia de premiación, las palabras tras recibir el premio y hasta la carrera de la tenista a abrazar a su hermano. Estaban teniendo una premonición.
De hecho, fue su familia la que la impulsó a perseguir una carrera deportiva desde los seis años; la que le permitió terminar el colegio de forma virtual para concentrarse en sus entrenamientos; la que la ha acompañado a campeonatos por todo el mundo, incluyendo nueve grand slams; y la que más celebró cuando quedó campeona del US Open en septiembre pasado.
Hoy se habla de María Camila como una de las piezas fundamentales en el “renacimiento del tenis colombiano”, como lo han llamado algunos medios. Es un referente deportivo para el país. En entrevista con FIT, habla de tenis, de la transición a la categoría profesional y los cambios que esto ha significado para su preparación física y mental.
Vas arriba 5-0 en la final del US OPEN contra Alexandra Yepifanova, tienes ventaja, es el tercer matchpoint, ¿cómo logras cerrar el partido?
En los matchpoints anteriores cometí dos errores tontos. Estaba jugando a la mitad de la malla… Entonces me controlé, me relajé y metí dos aces seguidos. Ahí fue el matchpoint, descansé. Sin embargo, una de las cosas por mejorar en mi juego es el saque. Por eso cuando gané con ace no lo podía creer. Esto no vuelve a pasar. Fue increíble. Al torneo fui con mi hermano, cuando gané lo abracé, celebré con él, fue muy especial todo.
Pero ese no fue el partido más complejo del torneo…
No sé. Hubo otro momento en el torneo, en la semifinal, que iba perdiendo 0-3 abajo en el tercer set, ya estaba dudando de mí, pero lo remonté, gané el partido y me convencí de que desde ese punto ganaba lo que fuera.
¿Cómo enfrentaste esas dudas?
Dije, “ya no me importa nada”. Hasta ese punto había jugado el partido pensando en lo que podía pasar si perdía o ganaba, en vez de enfocarme en jugar. En vez de preocuparme, decidí dejar la mente en blanco, me concentré en jugar mi tenis. Me decía “disfruta”, jugué bola por bola de esa forma y todo se dio.
Ahora entras a la categoría profesional, ¿qué tanto cambia frente a la categoría junior?
Bastante. En profesional jamás te regalan una bola. En junior te cruzas con niñas que bajan la cabeza, te regalan un punto, un game, no pelean las bolas. En profesional todas te las luchan, te las gritan. Si es posible te hacen ‘salir’ del partido. Es necesario mantener la cabeza fría para afrontar esas cosas que van a llegar.
¿También evoluciona la preparación que tienes que hacer?
Sí, claro, hay más intensidad, ahora entreno con más conciencia. Antes el único objetivo era ganar. Ahora que tengo más visión, que sé que cada bola que falle en un entrenamiento va a contar más adelante, entreno buscando meter todas las bolas, correrlas todas, hacer lo mejor, porque sé que cualquier fallo me va a pasar factura en la cancha. Si son nueve ejercicios hago 12 porque sé que eso me va a beneficiar.
¿Cómo es la rutina en este momento?
Ahora mismo empiezo a entrenar a las 9:00 a.m. Inicio con media hora de calentamiento en el gimnasio, de ahí salgo a cancha hasta las 12 del mediodía. Después de almuerzo hago físico de 4:00 a 6:00 p.m. en el gimnasio. Trato de hacer pocas pesas, para evitar volverme lenta, pero sí trabajo resistencia y cardio. En el campo afino técnica, muchos golpes de drop, slide, juego hacia arriba y en la red, variantes y cambios de frente y de ritmo.
¿Qué buscas con ese entrenamiento? ¿Cuál es tu reto?
Todo. Creo que la parte mental es clave, la física también. Tengo que volverme mucho más fuerte y sobre todo más veloz, no soy tan alta como las otras jugadoras que miden 1,80, 1,75. Yo mido 1,68. Todo lo que yo no tengo en estatura, que para ellas es una ventaja a la hora de sacar, de moverse por la cancha, yo tengo que contrarrestarlo con rapidez, fuerza y buenas decisiones. Cuando la bola venga rápido no puedo echarme para atrás sino seguir al frente.
¿Lo complementas con alimentación?
Claro, ahora mismo me estoy cuidando mucho. No es que no me cuidara antes, pero siempre me ha gustado comer de todo. Soy súper ‘dulcera’, pero claramente un deportista tiene que cuidarse. Si como mal daño mi rendimiento y doy chances a mis rivales en la cancha. Por eso, más que dietas, como lo que tengo que comer. Los fritos y los dulces están eliminados, igual que los ácidos como el limón, para evitar la gastritis. Todo lo demás es bienvenido, sin excesos.
Así las cosas, ¿qué es lo que más te emociona de entrar al mundo profesional?
Imagina que tienes seis años y el sueño de ser el mejor en algo, de llegar lejos, de jugar con alguien en particular. Ahora piensa que te dicen que el próximo año te vas a enfrentar a las mejores del mundo en un Grand Slam. Yo todavía no lo creo, siento que me dicen mentiras y que no voy a ir a Australia. Es bastante hermoso, porque de verdad he trabajado para eso y ahora que lo veo tan cerca, me pregunto, ¿ahora qué? Pensar que lo que viene puede ser grande me emociona.
¿Contra quién quieres jugar?
Con la que sea. La que me pongan. Para ser la mejor hay que ganarles a todas.