Nutrición
¡MÉTELE HUEVOS!
Frito, revuelto, pochado, benedictino, hervido… la forma no importa, porque “lo esencial es invisible a los ojos”, especialmente si hablamos de comida.
POR: Redacción Fit | 13 JUL. 2020| Tiempo: 6 min
Hay muchas razones para incluir huevo en tu alimentación, una de las más importantes es que el huevo no aporta fibra ni carbohidratos, pero contiene las proteínas de más alto valor biológico que se pueden encontrar en un alimento y, por si fuera poco, son libres de lípidos.
En términos de equivalencia, dos huevos aportan tantas proteínas como 100 gramos de carne o de pescado. Así mismo, los ácidos grasos que predominan en el huevo (mono y poliinsaturadas) son de fácil digestión y muy beneficiosos para el organismo.
Todos (salvo niños menores de un año) y/o personas con patologías renales específicas, en teoría, deberían consumir más o menos 4 huevos completos por semana.
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Este alimento, que tiene amantes y detractores, hace parte de la dieta básica de millones de personas alrededor del mundo. Y basta con dar una mirada a su composición nutricional para entender el por qué.
Tamaño de la porción: Un huevo 🍳
• Calorías: 78
• Proteína: 6,5 gr.
• Grasas: 4,6 gr, de las cuales son:
– Saturadas: 1,6 gr.
– Monoinsaturadas: 1,7 gr.
– Poliinsaturadas: 0,7 gr.
• Colesterol: 200 mg
• Sodio: 0,2 gr.
¿De qué está hecho? 🤓🥚
• Cáscara (10%): Tiene una gran cantidad de carbonato de magnesio y fosfato de calcio. Además, esta posee una delgada cámara de aire formada por dos membranas que protegen la clara de bacterias y agentes externos.
• Clara (60%): Contiene, principalmente, agua y proteínas, de las cuales se destacan la albumina y niacina, fundamentales para el buen funcionamiento metabólico.
• Yema (30%): Conformada por lípidos y proteínas, aquí es donde se concentra el mayor aporte de vitaminas y minerales.
¿Y LA YEMA , QUÉ? 🍳🤔
Si bien es cierto que una yema contiene alrededor de 200 mg de colesterol, es importante saber que los niveles del mismo en la sangre no están ligados a los alimentos que se ingieren, sino a la producción hepática. Desechar la yema no es recomendable, ya que en ella
se encuentran antioxidantes como la luteína y la zeaxantina, que ayudan al sistema inmunológico, combaten los radicales libres y reducen la posibilidad de padecer de enfermedades cardiovasculares. Un 90% de las vitaminas de la yema son liposolubles, esto quiere decir que la grasa en la yema es la que ayuda a absorber dichas proteínas. En regímenes de pérdida de grasa y/o casos de enfermedades puntuales, sí se recomienda asesorarse con un nutricionista para delimitar –o no- el consumo de yemas.
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