Más allá de su eficacia o no como método para adelgazar, recientes estudios científicos avalan sus beneficios sobre la salud.

Es apenas lógico que la reducción en la ingesta de calorías conlleva de por sí un efecto adelgazante. Esta es la razón por la que alternar periodos de ayuno con el consumo de alimentos, bien sea ayunando 16 horas todos los día o reduciendo significativamente la ingesta de calórica por dos días a la semana –las variantes más conocidas del método- ha cobrado tanta fuerza. Sin embargo hay estudios médicos, que apuntan a sus beneficios a la hora de mejorar la salud cardiovascular y celular, reducir el nivel de azúcar en sangre, la hipertensión, e incluso el riesgo de padecer cáncer, y la protección contra enfermedades vinculadas a la vejez y el deterioro cognitivo.

Aunque es mucho lo que aún necesita investigarse al respecto, hay estudios concluyentes. Uno de los más conocidos es el publicado en The New England Journal of Medicine por el neurocientífico Mark Mattson, quien ha analizado este fenómeno por dos décadas en animales y humanos. Las principales conclusiones hablan de los siguientes beneficios.

• Favorece la salud celular. El cambio metabólico que se produce ante la escasez de alimentos hace que las células usen sus reservas de combustible a base de azúcar y conviertan a grasa en energía. Si bien estudios como el de la Fundación NHS del Hospital Universitario de Manchester apuntan a que la pérdida de peso que se obtiene con este método es similar a la que se logra con otras dietas de reducción calórica, los resultados sí mejoran notoriamente la sensibilidad a la insulina, estabilizando los niveles de azúcar en sangre y la reducción de grasas del abdomen. Es por ello que:

• Puede modificar los factores de riesgo asociados con la obesidad y la diabetes.

• Además, disminuye la presión arterial, los niveles de lípidos en la sangre y la frecuencia cardíaca en reposo.

• Son numerosas las entidades que, como la Universidad de Toronto, desarrollan estudios para comprobar los primeros indicios que apuntan a que el ayuno intermitente incide en la mejoría en la memoria y, por tanto, podría contribuir para paliar la neurodegeneración y la demencia. De hecho, investigadores del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo de la universidad Pablo Olavide, en Sevilla, demostraron que la restricción calórica activa la sirtuína, una proteína que tiene efectos neuroprotectores y por tanto incide directamente en enfermedades como el alzheimer y en el mismo envejecimiento.

• Aunque todos los métodos para perder peso pueden causar pérdida de músculo, algunos estudios parecen apuntar a que la provocada por el ayuno intermitente es mucho menor que la de otras dietas de restricción de calorías.

• También puede aumentar la resistencia al estrés al optimizar la función cerebral y la neuroplasticidad, o la capacidad del cerebro para adaptarse y desarrollarse a lo largo de la vida.

En cualquier caso, lo que sí queda claro a partir de los estudios realizados con roedores y otros mamíferos, es que estos beneficios son mayores si ese ayuno se realiza durante la noche, prolongando el intervalo normal de ayuno nocturno.

Contraindicaciones y aspectos a tener en cuenta

Recuerda que, si optas por practicar el ayuno intermitente, pueden presentarse efectos secundarios en forma de mareos, dolores de cabeza o dificultades en la concentración.

Además, si padeces enfermedades previas, colesterol, cardiopatías, diabetes o estás tomando medicamentos, el ayuno no es recomendable pues podría incidir en la correcta absorción de los mismos.

Tampoco es aconsejable para personas con trastornos alimentarios, mujeres embarazadas o niños.

Además ten en cuenta siempre será lo ideal hacerlo bajo la supervisión experta necesaria para asegurar que no se caiga en carencias nutricionales, de vitaminas o minerales.