Bien lo dijo Cicerón, escritor y político romano, hace más de 2.000 años: “La gratitud no es solo la mayor de las virtudes, sino la madre de todas las demás”.

Estudios realizados por psicólogos especialistas en neurociencia como Robert Emmons, de la Universidad de California, han comprobado que la capacidad de ser agradecido —es decir, de reconocer situaciones presentes o pasadas desde un punto de vista positivo—, se asocia con sentimientos de esperanza y vitalidad. Todos sus análisis apuntan a que quienes fueron capaces de poner en práctica estas actitudes, resultaron hasta en un 25 por ciento menos propensos a presentar cuadros de depresión o ansiedad.

Pero, ¿cómo podemos incentivar la gratitud en todas las esferas de nuestras vidas?

Todo depende del lente bajo el cual observes tu presente.

Practicar la gratitud no se reduce únicamente a eventos significativos. Recuerda que el hábito hace al maestro. No hay nada demasiado pequeño, cotidiano o insignificante como para no ser digno del agradecimiento. Dormir en una cama caliente, comer un desayuno que te haga feliz, tener un cuerpo sano capaz de hacer ejercicio, todo eso es casi que un milagro. Incluso, los acontecimientos negativos también se pueden agradecer, seguro nos están enseñando algo.

Solo di: gracias

A tus padres. A tu pareja. A tu amigo. A tu compañero de trabajo. Al taxista. Al recepcionista. A todo el que se cruce en tu camino. No basta solo con sentir gratitud hacia la vida y hacia las personas que te rodean, es muy importante comunicarlo.

Gratitud hacia uno mismo

Cultivar la autoestima es fundamental para tener una buena relación con todos —y todo— los que te rodean. Aceptarte tal y como eres, celebrar los pequeños triunfos y agradecer tus virtudes te permitirá reconocer esas y otras cualidades en los demás.

El diario de la gratitud

Muchos psicólogos recomiendan anotar al final del día, por lo menos, tres cosas por las cuales te sientes agradecido. Sin importar el mecanismo, hacer un sondeo diario puede ser muy provechoso para comenzar a observar la vida de una manera más esperanzadora. Si escribir un diario no te convence del todo, opta por compartir verbalmente con tu familia (esposo, hijos, padres, hermanos, roommates) aquello que te hizo saltar el corazón de agradecimiento durante el día. Todo se vale. La clave está en reconocerlo.

Generosidad y gratitud van de la mano

Las personas suelen dar todo en la vida por sentado, por eso ayudar a otros que lo necesitan, a menudo, termina ayudándolo a uno mismo. El profesor Martin Seligman, de la Universidad de Pensilvania, apoya esa teoría con una investigación llamada Flourish: A Visionary New Understanding of Happiness and Wellness. ¿En conclusión? Hacer voluntariado mejora nuestro bienestar emocional y nuestra capacidad de ser agradecidos y de aceptar lo afortunados que somos, en muchos sentidos.